jueves, 4 de marzo de 2010

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La pornografía siempre ha sido un tema polémico, y no es para menos ya que trata sobre un tema aterrador: sexo, sexo y más sexo. Sexo descarnado, sexo sin amor, sexo sin historias rosas. Penes y vulvas mostrados de manera explícita, sin píxeles distorsionados, sin cintas negras, ni moralejas religiosas. Y como es de esperarse en una sociedad con siglos de sexualidad reprimida y condenada, es lógico que la pornografía o lo “porno”, como se conoce popularmente, aparezca como la más baja de las creaciones humanas.


Pero, quitémonos la pena,  quien no ha visto una buena porno ya sea a propósito, por casualidad, porque entras a una página por error, el dvd pirata que compramos en el tianguis salió equivocado, porque estabas cambiando de canal en  tv por cable a altas horas de la noche o simplemente por cultura general.
 

La pornografía se manifiesta principalmente a través de tres medios: la literatura, el cine y la fotografía, aunque también admite representaciones a través de otros medios como la escultura, la pintura y el cómic. Todos ellos prácticamente rebasados con la aparición del Internet, en la década de los noventa.
La pornografía involucra libros, revistas, vídeos y accesorios, y se ha convertido, de la década de los setenta a la fecha, en una lucrativa y poderosa industria que, tan sólo en los Estados Unidos, llega a producir entre 12 y 15 billones de dólares anuales, según cifras calculadas el año 2003.



Checa el video (ingles):



Desde el punto de los consumidores (en el cual evidentemente estamos incluidos) las motivaciones para ver porno son muchas: curiosidad, ocio, masturbación, casualidad, aprendizaje, etc.  Pero por ejemplo para mucha gente moralista, grupos radicales y conservadores cristianos muchas películas o esas escenas de telenovelas mexicanas tienen contenido pornográfico (si no nos creen, pues revisen sus Atalayas). Y seguro para muchos musulmanes La Sirenita y las minifaldas de Patito también lo serían. Esto nos da muestra de que el concepto de pornografía se forma según la cultura, el contexto, etc. 
En el Segundo Simposio Nacional Multidisciplinario de Sexualidad Humana, en Argentina, se  consideró que la actual pornografía desvirtúa la sexualidad humana, ya que es expresada en formas violentas, ya sea explícitas o implícitas, y siempre en una relación de poder y servidumbre de la mujer hacia el hombre o, en ocasiones, inversamente.
Este artículo no pretende clasificar la pornografía como algo bueno o malo, como dice Álvarez-Gayou[1] no es un asunto moral,  pues "la pornografía en sí no es ni buena ni mala; no genera daños de ningún tipo; si acaso desensibiliza  Pero tiene el defecto de que no es formativa para niños y adolescentes, y genitaliza demasiado la sexualidad"."Si fuéramos una sociedad educada en materia de la sexualidad, no me preocuparía, pero como somos terriblemente mal educados, no dudo que estos programas estén debilitando el valor que tiene la intimidad de cada persona". Y concluye: "Esto conduce a una pérdida de la dignidad humana de quien lo consume, lo cual, a la vez, implica la desvalorización de la dignidad de las personas a las que está viendo". Y como en este tema hay muchos matices y sombras lo primero que tendríamos que definir sería que es y que no es porno.

A lo largo de la historia del hombre, el término pornografía ha sufrido muchas variaciones, y en la actualidad hay tantas y contradictorias definiciones, según sea el propósito de su descripción, la cual puede ir desde su exaltación y culto, hasta su rechazo y satanización. 

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La definición más objetiva, podría ser que entendamos por pornografía a todo material comercial de carácter explícitamente sexual, cuyo objetivo es provocar excitación, o bien, un conjunto de materiales que muestran órganos genitales o actos sexuales reales o simulados, que se exhiben y/o contemplan con una determinada actitud. 

[1]Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson. Médico Cirujano, Especialista en Psiquiatría, Universidad Nacional Autónoma de México, Certificado por el Consejo Mexicano de Psiquiatría, Terapeuta Sexual Certificado por la American Association of Sex Educators Counsellors and Therapists. Fundador, Director General y Profesor Titular del Instituto Mexicano de Sexología desde 1979.
 

 



Fuentes de consulta
Madueño, C. El Sexólogo en casa. Ed. Diana.
http://anodis.com/nota/5388.asp
http://anodis.com/nota/5388.asp
http://www.psicologiayeducacion.org/psicolo/autor/PSAL85.HTM
 

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